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Irresistible San Millán

Los antibióticos, uno de los grandes descubrimientos del pasado siglo XX, han posibilitado en gran medida la vida moderna tal y como la entendemos. No sólo han frenado e incluso erradicado grandes plagas causadas por agentes bacterianos (que no víricos), reduciendo hasta una sexta parte las muertes humanas causadas directamente por estos patógenos desde los años 30; sino que han posibilitado en gran medida la medicina actual, con avances como cirugías a corazón abierto, trasplantes de órganos, y un largo etcétera de los que no podríamos disfrutar sin el arsenal antibiótico disponible farmacias y hospitales. Ahora bien, como todos los grandes bienes, hay que cuidarlos y no abusar de ellos. Esto nos ha explicado en su brillante y amena conferencia Álvaro San Millán, Científico Titular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), y receptor de sendos proyectos ERC Starting-grant primero y Consolidator-grant actualmente, dedicados a la investigar la adquisición bacteriana de resistencias a través de los plásmidos, esas pequeñas y escurridizas secuencias de ADN circular que las bacterias se pasan unas a otras como una pelota de futbol (otra de las pasiones de Álvaro) ante la mirada atónita del rival, en este caso los antibióticos, que ven cómo su eficacia se ve reducida por la presencia de esta suerte de criptonita, que confiere a las bacterias resistentes una inmunidad ante nuestros super-antibióticos.

Desde el descubrimiento de la penicilina en 1928 o las sulfamidas la década anterior, nuestro arsenal terapéutico antibacteriano ha experimentado un rápido crecimiento que en las últimas décadas se ha visto relativamente estancado, y su eficacia por el contrario ha empezado a mermar de forma alarmante. Las bacterias generan resistencias debido a su alta tasa de mutaciones, generando cepas en las que la diana terapéutica (aquella que los antibióticos atacan) se vuelve insensible al bloqueo inicial del antibiótico. Aunque también pueden generar rutas bioquímicas alternativas que confieran capacidad de contrarrestar ese bloqueo. Pero el mecanismo más intrigante y complejo se basa en la transmisión de ADN circular no cromosómico, conteniendo la información necesaria para generar resistencias, y casi de forma viral (aunque no debe de confundirse con ese otro mecanismo de transmisión de resistencias, a través de fagos o virus que infectan bacterias), extenderse por una población de bacterias heterogenea como la que puede existir en el ambiente hospitalario. Uno de los proyectos que el equipo de Álvaro dirige se basa precisamente en secuenciar este ADN en las bacterias que infectan a pacientes del madrileño hospital Ramón y Cajal, y seguirle el rastro a estos plásmidos que confieren resistencias, para poder construir modelos epidemiológicos que, convenientemente analizados (con la ayuda de inestimables colaboradores que manejan complejos modelos estadísticos con o sin ayuda de la IA), puedan dar con las claves de estos mecanismos de resistencia. Y así, aprendiendo de ellos, quizás demos con las claves para generar terapias más resilientes a las resistencias. Una investigación que, aunque con un alto componente clínico y traslacional, sigue siendo básica en esencia y método, y que nos ha ayudado a comprender a todos los asistentes la gravedad de este problema, a la vez que ha provocado fascinación entre los asistentes por una línea de trabajo tan elegante. Aprendiendo de la mano de uno de los mayores expertos en la materia, desde Madrid y con aun muy poquitas canas, Álvaro San Millán, de joven talento a brillante estrella.